
Los Tigres del Norte ofrecen un espectáculo de nostalgia pura en el Coliseo Centenario de Torreón. La legendaria agrupación demuestra su profesionalismo al cantar casi cuatro horas sin parar, emocionando a sus seguidores y reafirmando su estatus como ‘Jefes de jefes’.
Autor: Isaí G., 25 de octubre de 2024.
Es una noche cálida en Torreón, y el Coliseo Centenario se prepara para una noche especial. Este 25 de octubre, Los Tigres del Norte llegan a la ciudad en el marco de su gira ‘Aquí mando yo’, y el ambiente empieza a notarse desde temprano. Alrededor de las 7:30 de la noche, los primeros fans comienzan a llegar con atuendos norteños: sombreros, botas y camisas vaqueras que reflejan su entusiasmo por ver a una de las agrupaciones más icónicas de la música mexicana.
Cerca de las 11 de la noche, el Coliseo Centenario estalla en ovaciones cuando la agrupación hace su aparición en el escenario. Con un sonido estremecedor, Los Tigres del Norte dan la bienvenida a sus seguidores con su éxito ‘Jefe de Jefes’ y el público responde coreando cada palabra. Los aplausos y gritos son intensos, pero lo más impresionante es la energía con la que la banda se entrega al escenario, demostrando su legendario profesionalismo al mantenerse en pie y en voz casi cuatro horas continuas.
Este compromiso con su público es una de las razones por las que Los Tigres del Norte mantienen su lugar en el corazón de tantas generaciones. La agrupación sabe que cada presentación es una oportunidad de conectar con su gente y esta noche no es la excepción. A lo largo del concierto, Hernán Hernández y sus hermanos no dejan de agradecer a la audiencia por su presencia y apoyo constante, brindando una experiencia única donde entrelazan canciones recientes con los clásicos que los hicieron famosos.
La elección de Torreón para esta presentación es significativa, pues la ciudad tiene una conexión especial con el grupo. Con éxitos como ‘Contrabando y Traición’ y ‘La Jaula de Oro’, Los Tigres del Norte exploran temas de migración, amor y resistencia que resuenan profundamente con su audiencia mexicana y latina. Sus letras reflejan historias de lucha y superación que encuentran eco en esta tierra norteña y en el espíritu de los asistentes que corean cada letra con intensidad.
En un mundo donde los artistas emergentes suelen limitar sus actuaciones a una hora, Los Tigres del Norte se destacan al llevar el espectáculo al límite. Su entrega sobre el escenario es un recordatorio de lo que significa verdaderamente ser una leyenda musical: dedicación y respeto al público. Mientras otros artistas actuales suben, interpretan su lista de éxitos y se despiden, esta agrupación sigue fiel a sus raíces, ofreciendo una experiencia completa para sus fans y respetando la tradición que los mantiene en la cima.
Durante el espectáculo, los asistentes son testigos de momentos especiales. Un intermedio a medianoche permite el ingreso de un mariachi y un ballet folclórico, dando un toque aún más mexicano a la noche y permitiendo que Los Tigres del Norte tomen un breve respiro. Hernán Hernández, acompañado de mariachi, sorprende al público con dos canciones en solitario, reafirmando que su voz se mantiene intacta después de tantos años. Además, rinden homenaje a Vicente Fernández con cuatro de sus temas, entre ellos ‘El Último Beso’ y ‘El Hijo del Pueblo’ un tributo que el público recibe con nostalgia y emoción.
El concierto es un espacio para todos. Se ven personas en sillas de ruedas, con muletas y andadores; la diversidad entre el público es una prueba de que la música de Los Tigres del Norte trasciende generaciones y contextos. Personalidades conocidas en el ámbito local, como los exfutbolistas Jonathan Orozco y Jared Borgetti, y la agrupación, ‘Los Dos Carnales’, también se encuentran entre la multitud, disfrutando y cantando junto a todos los demás.
A lo largo de la noche, el Coliseo se convierte en una gran fiesta norteña, con el público coreando éxitos como ‘Rosita de Olivo’, ‘La Tumba Falsa’, ‘La Mesa del Rincón’ y ‘Directo al Corazón’. Cada oración provoca ovaciones, gritos y aplausos que retumban en el recinto. Los Tigres del Norte se mantienen firmes, dominando el escenario hasta cerca de las 2:30 de la mañana, cuando finalmente se despiden, dejando a sus seguidores extasiados y con el corazón lleno.
Este concierto, de casi cuatro horas, es una prueba del compromiso y amor que Los Tigres del Norte tienen por su público. A diferencia de muchas estrellas actuales, que apenas alcanzan una hora de show, ellos siguen entregándose en cuerpo y alma, mostrando que los ‘Jefes de jefes’ no se ganan ese título sin razón.
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